mapa del area de la cuenca Cuenca Los Ojos trabaja dentro del área delineada en color rojo, dentro asimismo de la Cuenca del Río Yaqui, mostrada en color gris. (Mapa cortesía CLO)
“El río está seco porque todo el mundo extrae agua”, dice Austin. “Nosotros estamos introduciendo agua”.

Los sitios del proyecto para revivir el Río Yaqui están en el Rancho El Coronado, ubicado no muy lejos del último reducto de Cochise, líder apache del Siglo XIX , y en el Rancho San Bernardino, mismo que se extiende por ambos lados de la frontera en las afueras de Douglas, Arizona y Piedras Negras, Sonora.

Érase una vez que Rancho San Bernardino se conocía como una ciénaga, y así lo indica su suelo oscuro, polvoroso, fino; antes un vasto humedal. Hoy se ve reducido a un pedacito de su potencial, debido a malas prácticas del uso del suelo, sobre todo la tala en el monte, así como la introducción de ganado y cultivos en el valle.

“Intentamos levantar el nivel de los arroyos para que el agua desborde de nuevo, se encenague, y las plantas asociadas con las ciénagas empiezan a volver”, dice Austin.

“Estaba seco, y ahora hay tres millas de agua corriendo en el Rancho Coronado. Hay agua en el río todo el año. La tierra lo retiene como esponja. La esponja se vuelve cada vez más benéfica para el sistema entero del Río Yaqui. Lo que quieres es que el río entero hace eso”.

Un siglo después de la celebrada resistencia de Gerónimo, CLO puso su propio “hasta aquí ”, comenzando la restauración de la cuenca. Es un trabajo de hormiguita, que se realiza poniendo piedra sobre piedra para lograr que el agua se acumule gota tras gota.

Austin y el cofundador de CLO, su esposo Josiah, enviaron equipos a construir trincheras en las laderas y a introducir maquinaria pesada para tapar fisuras y captar agua. Aunado a estas estructuras para bajar la velocidad del flujo de las aguas pluviales en tiempos de lluvias, levantaron una especie de presas más grandes, los llamados cestones, que consisten en canastas metálicas llenas de piedras. Estas detienen los sedimentos, controlando a la erosión, y reteniéndolos hasta filtrarse , lo que convierte el terreno, de escarpado, en suave humedal.

Austin se preocupa por el panorama general y a largo plazo.
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Por Talli Nauman*

Desviar el agua potable y de riego de la Cuenca del Río Yaqui para la industria de la capital de Sonora, en la ciudad de Hermosillo, como es el capricho del gobernador Guillermo Padrés Elías, confronta no solamente a las comunidades indígenas y agrícolas río abajo de la Presa Novillo, sino también a las y los conservacionistas río arriba, al otro lado de la frontera entre México y Estados Unidos.

Mientras la Tribu Yaqui y los demás agricultores del Valle del Yaqui libran una lucha campal contra el despilfarro de su vital líquido, ahora sin darse cuenta, tienen un aliado en la Fundación Cuenca Los Ojos (CLO), con sede en las montañas Chiricahua del sureste del estado de Arizona, organización sin fines de lucro con 30 años de trabajo hormiga para asegurar la recarga de los nacimientos del río.

“Hemos restaurado 20 por ciento de la ciénaga original”, asegura la cofundadora de CLO, Valer Austin, a Melóncoyote.

La Cuenca del Río Yaqui es el sistema ribereño más grande de Sonora. Atraviesa el estado por unos 320 kilómetros (200 millas) hasta desembocar en el Golfo de California.

A lo largo de su trayectoria binacional, el agua corre a la vista sólo en contados lugares. El volumen apenas basta para fluir por debajo del arenoso cauce del río. La evidencia de la desertificación está patente en los muchos árboles muertos a las orillas.

Proteger la Cuenca del Río Yaqui: reto binacional para Sonora y Arizona
Valer Austin (Foto: Talli Nauman)
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Austin camina por la vereda en el Rancho El Coronado. (Foto: Talli Nauman)
EL ÉXITO EN NÚMEROS

Cuenca Los Ojos y ejidos aledaños ya pueden jactarse de los siguientes logros:

“Pienso en el escenario de aquí a 200 años”, dice. “Son los sistemas que hay que considerar. En cuanto al cambio climático, un humedal en un desierto es muy, muy importante. Una ciénaga puede contener más agua que un delgado riachuelo. La transpiración de los arboles forma nubes, trae lluvia, abastece el agua de la superficie. Al mismo tiempo las raíces retienen la humedad, en la sombra de las ramas”, dice.

“¿Qué tal si podríamos aplicar este método en todo el Río Yaqui…y en todas partes en todo el mundo”? exclama.

Con ese fin, se forjan ligas, que hasta ahora incluyen a 25 organizaciones en la Alianza de la Cuenca Yaqui-Gila, con el objetivo de  identificar  y  proteger  rutas  migratorias  de animales  y
aves, mismos que pasan por la cuenca en sus viajes entre Costa Rica y Canadá.

Entre los grupos involucrados en el esfuerzo transfronterizo están: Animas Foundation, Malpai Borderlands Group, The Nature Conservancy, Sky Islands Alliance, Wildlands, Naturalia, Pronatura, y Northern Jaguar Project. En cuanto al gobierno, se encuentra la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Comisión Nacional Forestal, así como agencias apoyadas por el ministerio del Interior de Estados Unidos.

*Codirectora, Periodismo para Elevar la Conciencia Ecológica

vista aerea de la cuenca        
Vista aérea muestra una seria de presas pequeñas para detener la erosión y recargar la ciénaga. (Fotos: cortesía CLO)
El trabajo hormiga empezó con la colocación de piedras en riachuelos…
... y procedió a la construcción de cestones grandes.