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Termoeléctricas, fábricas de aire tóxico

Por Manuel Hernández Borbolla*

Una planta eléctrica en La Paz, Baja California Sur

Las plantas eléctricas queman combustibles fósiles que contribuyen a la contaminación del aire en la ciudad de La Paz (Foto: Alejandro Bermúdez).

LA PAZ

Esta ciudad hace honor a su nombre, ya que la tranquilidad es perceptible tanto en sus calles como en las calmadas aguas de mar.

Quizá por ello, se ha convertido en el destino turístico predilecto de muchos vacacionistas que buscan un ambiente para desarrollar actividades como la pesca deportiva o el avistamiento de ballenas.

El escenario sería inmejorable de no ser por un problema: el aire altamente tóxico que se respira a diario.

La contaminación del aire es particularmente notoria durante las mañanas, cuando una neblina color café cubre la ciudad de La Paz, generada por la composición del suelo y la quema de combustibles fósiles de automóviles y las plantas eléctricas que rodean a la ciudad.

En las últimas décadas, la contaminación del aire se ha convertido en un problema de salud pública que crece año con año, debido a sus efectos  directos en enfermedades como neumonía, bronquitis aguda y cáncer de pulmón.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican  que en México murieron 14 mil 734 personas durante 2011 por enfermedades relacionadas con la mala calidad del aire.

Y aún cuando la contaminación atmosférica se ha convertido en una preocupación creciente para algunos sectores de la población civil de La Paz, no existen datos oficiales sobre la calidad del aire.

Esto lo demuestra el Plan de Acción 2011-2013 desarrollado conjuntamente por la International Community Foundation (ICF), la iniciativa privada, el gobierno local y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Sin embargo,  datos divulgados  por científicos revelan que el escenario podría ser más grave de lo que se pensaba.

De acuerdo con un estudio de la doctora Jeanette Murillo, investigadora del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del Instituto Politécnico Nacional, el aire que se respira a diario en La Paz contiene altas concentraciones de elementos cancerígenos como azufre, mercurio, plomo, titanio y vanadio.

Luego de instalar dispositivos para medir la calidad del aire en diversos puntos de La Paz, Murillo encontró que las concentraciones de elementos tóxicos rebasan por mucho los límites máximos recomendados por la OMS y la normatividad de ambos México y Estados Unidos.

Los niveles de dióxido de azufre de todas las estaciones de medición registraron niveles de 202 a 783 miligramos por metro cúbico (mg/m3), muy por arriba de los 0.106 mg/m3 permitidos por la OMS y la Norma Oficial Mexicana (0.010 mg/m3).

Lo mismo ocurre con los niveles de mercurio de hasta 19 mg/m3 encontrados en cuatro estaciones, cifras mayores a los permitidos por el Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (INSOH) de Estados Unidos (10mg/m3), y concentraciones de plomo que alcanzaron los 52 mg/m3 en una estación, muy por arriba de los límites establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de EU (0.15 mg/m3), dos elementos que no cuentan con regulación en México.

En el caso del titanio, los niveles registrados en algunas muestras (hasta 85 mg/m3) cuadruplicaron los límites permitidos en la Norma Oficial Mexicana (equivalente a 20mg/m3).

Con el vanadio, un elemento altamente tóxico cuya inhalación puede provocar cáncer de pulmón, la situación fue mucho peor, ya que los registros en todas las estaciones alcanzó niveles de hasta 127 mg/m3, una cifra doscientas veces mayor a la permitida por la INSOH (0.5 mg/m3), mientras que en México este elemento carece de regulación.

El estudio concluye que las causas de dichas concentraciones se deben a la movilización de partículas del suelo por la tracción de vehículos y la dirección del viento en horas tempranas del día, así como a la erosión de rocas y las emisiones de ceniza provenientes de las dos plantas eléctricas alimentadas con combustibles fósiles que operan en la periferia de la ciudad: la Central Termoeléctrica Punta Prieta y la Central Combustión Interna, operadas por la Comisión Federal de Electricidad.

Dichas plantas son las encargadas de suministrar energía eléctrica tanto a La Paz como a Los Cabos, el principal centro turístico de Baja California Sur.

La entidad registra el mayor crecimiento en la demanda de energía eléctrica a nivel nacional, según el Programa de Obras e Inversión del Sector Eléctrico realizado por el gobierno mexicano.

La demanda energética crece de forma proporcional a la expansión urbana de La Paz y plantea un doble problema para la economía local. Por un lado, la energía es necesaria para la operación de hoteles y sus sistemas de aire acondicionado en épocas de calor, al  tiempo que genera externalidades que lentamente van asfixiando las finanzas del gobierno municipal.

Datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) indican que los costos económicos y sociales generados por la termoeléctrica de Punta Prieta ascienden a 126 millones de pesos,  derivados en parte por los costos del cambio climático, las afectaciones a la biodiversidad y las enfermedades asociadas a la mala calidad del aire.

De acuerdo con el BID, la generación de energía eléctrica constituye el principal problema de sostenibilidad en La Paz, debido al aumento previsto en la demanda, la cual será cercana al 6 por ciento anual.

“Estos patrones de generación y demanda son preocupantes debido al modelo de desarrollo basado en el turismo al que apuesta la ciudad”, señala el organismo en el diagnóstico “La Paz, ciudad sostenible,” realizado como parte de su programa de Ciudades Emergentes y Sostenibles.

Por ello, organizaciones civiles y empresariales fueron determinantes para impulsar  el proyecto de fuente renovable de Aura Solar I, la primera central eléctrica de gran tamaño en el país en funcionar con energía solar.

La planta se conectó a la red en noviembre de 2013, y buscará satisfacer parte de la demanda energética de una de las regiones con mayor radiación solar del planeta.

“Las necesidades energéticas se tienen que plantear conforme a las tendencias internacionales en torno a una economía baja en carbón. El tema no es cómo generar más energía, porque esto ya ha demostrado que lejos de ser sustentable ha provocado grandes consecuencias ambientales y sociales”, señala Agustín Bravo, coordinador de la oficina Noroeste del Centro Mexicano de Derecho Ambiental.

Para el especialista, el problema de las externalidades económicas y sociales provocadas por la generación de energía proviene de un modelo de desarrollo poco sustentable, tal como ocurre con el modelo inmobiliario turístico aplicado en Baja California Sur, que ha fracasado en otras regiones del planeta como en España.

De acuerdo con un estudio del ICF, la mayor cantidad de turistas que llegan a La Paz lo hacen por los valores ambientales, así como el sentido de comunidad y tranquilidad que se vive en la región, lo cual pareciera plantear una contradicción al modelo de turismo masivo y de lujo detonado en Baja California Sur.

De ahí que especialistas como Bravo consideren necesario introducir  cambios estructurales de fondo para insertar el desarrollo sostenible como una práctica habitual en la administración pública.

Aún cuando el BID ha impulsado el primer proyecto de Ciudades Emergentes y Sostenibles de México en La Paz,  el diagnóstico preliminar señala que todavía queda un largo camino por recorrer, tanto en temas de energéticos como en los de la gestión del agua y residuos sólidos, la competitividad económica, y el transporte público, así como en los de la política pública, la rendición de cuentas y la gestión eficiente de los recursos públicos.

Mientras el modelo de desarrollo no se modifique y la energía de fuentes renovables no demuestre estar lista para soportar la demanda energética del sitio en constante crecimiento, los habitantes de La Paz tendrán que acostumbrarse a respirar aire tóxico y esperar que los turistas no terminen por huir a otro destino con el fin de salvaguardar su salud.

*Periodista ambiental independiente